(viene de acá)
Si podía escribir, ¿por qué no podía hacer comics?
Porque no tenía dibujantes, claro.
Con el tiempo, el único amigo/conocido que sabía dibujar (y muy bien, por cierto, al menos superhéroes) dejó de hacerlo y yo me sumergí en mi carrera universitaria. En los primeros tres años, principalmente en ese último, no escribí mucho. Estaba ocupado estudiando, claro, y haciendo otras cosas.
Cuarto año ya apareció más liviano de materias y empecé a tener más actividad. Por esas fechas empecé mis primeros intentos de novelas, con desiguales resultados. De pronto tenía muchas, muchas ideas, las cuales empecé a anotar. Algunas seguían siendo evidentemente gráficas y necesitaban la ayuda de un socio a los lápices. Quedaron archivadas. Siempre guardo todo.
El destino, como siempre, el destino apunta con el dedo de la casualidad. En el colectivo me encontraba a veces con un compañero de la primaria, quien me comentaba que estaba dibujando y conocía a otros dibujantes. Nunca quedamos en nada, hasta que en 2007 nos encontramos todos en Leyendas: se conformó así el germen de lo que pronto sería Pencilvania Comics.
Participé del grupo por un buen tiempo, hasta que tuvimos algunas diferencias de objetivos, lo cual hizo que me desligara del grupo. Sin embargo el empuje estaba hecho: ya escribía mucha prosa, cuentos y novelas. La avalancha creativa por fin tenía otra vertiente y masa crítica. Por otra parte, conocía ya a varios dibujantes, tenía conocidos dibujantes, algo más de método y de experiencia que habían adquirido todos en la experimentación.
Quiso entonces 2008 que en Leyendas se diera el último paso, cuando en un taller de comics Horario Lalia y su alumna Lara Maruca nos enseñaran a hacer guiones. Era todo lo que faltaba.
Repasé todo el trabajo ya hecho para otros guiones y otros proyectos. Pero también empecé de cero algo nuevo, que me venía rondando la cabeza desde hacía tiempo.
Comics de superhéroes. Volver a la segunda fuente.
Así nació Cuna de Héroes. Tenía todos los ingredientes. 13 años después de esa charla en Bariloche, de ese árbol en el que pegamos la vuelta y empecé a hablar de comics. 13 años después de esos bocetos y de esas ideas. Eran otros personajes y otras historias. Pero estaba haciendo comics.
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